domingo, 14 de enero de 2024

Una aventura imperecedera: dos almas hacia otra dimensión

Pablo Rosendo. "Oasis". Dibujo con carbón vegetal, piedra y tejas de techo


Dos muñecos de nieve, de espíritus aventureros, han llegado hasta el poblado de San Cristóbal, en la región occidental de la isla de Cuba. Allí han decidido encender un fuego, y deleitarse con su calor. Se trata de una obra efímera del artista cubano Pablo Rosendo: un dibujo de grandes dimensiones realizado con carbón vegetal, piedra y tejas de techo, sobre las paredes de una presa del pueblo. La pieza es parte de una serie de intervenciones que el artista realiza, cada domingo, en ese sitio.


Ambos muñecos están sonrientes, muestran rostros felices, al parecer disfrutan del momento, de la compañía mutua y el silencio del lugar. Pero, como en casi todas las obras de Pablo, luego de la primera impresión de paz, sobreviene algún detalle que crea una tensión en la escena, una sensación de amenaza. El disfrute de ese fuego traerá consigo, necesariamente, la disolución de ambos cuerpos debido al calor de las llamas. El momento de placer, mientras más prolongado, más se acercará al fin de los cuerpos físicos: el derretimiento de la materia.


Y es aquí donde la obra adquiere una dimensión filosófica. Quizás Pablo nos dice que la verdadera conexión de las almas no necesita de la interacción física, corpórea. Cuando dos espíritus están conectados, la materia carece de transcendencia. En el momento en que se derritan esos cuerpos, la unión de las almas quedará consumada para la eternidad. 


O quizás la obra propone una invitación a disfrutar el presente, el ahora, porque el mañana puede no existir. Un recordatorio de nuestra fugaz presencia en el mundo.


En este punto nos preguntamos por qué, de tantos lugares que existen, esos muñecos de nieve escogieron a Cuba para consumar la disolución de sus cuerpos frente al fuego. El título de la obra es “Oasis”, el cual, en sentido metafórico, significa “tregua, descanso, refugio en las penalidades o contratiempos de la vida” (RAE). Entonces estos muñecos podrían simbolizar un oasis de amor y fraternidad en una isla desolada, malherida, que reclama en silencio la redención. 



Dicen que soñar con muñecos de nieve “es un canto a la ilusión, a la alegría y a las buenas vibraciones” (Laura Sánchez,
Diario Femenino: Significado de los Sueños). Por lo tanto, esta obra se me antoja un canto a la esperanza y a la ilusión: la ilusión de una isla llena de gente linda que desea un futuro mejor; la ilusión de un artista que vivió momentos duros en su vida, tocó fondo y ahora se yergue como un campeón; y la ilusión de la vida más allá de la muerte. Porque, lo sé: no importa cuán rápido se derritan esos cuerpos frente al fuego, no importa cuán veloz ocurra la muerte física, la desaparición de la materia. Nada de eso importa. Las almas de ambos muñecos continuarán sus aventuras, seguirán unidas en otra dimensión de la existencia. Acaso una más hermosa. Más imperecedera.


PD: Se ha derretido la nieve y perdura el fuego. Solo la presa y el fuego. Un fuego tan destructor como purificador. 


Se cierra un ciclo. Comienza otro. 



Piter Ortega Núñez

En Nueva York, 14 de enero de 2024