Por Piter Ortega Núñez
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Irving Rodríguez. "La vitrina". Mixta sobre lienzo, 2023 |
Las pinturas de Irving Rodríguez convocan lo invisible. Son pasajes hacia un universo paralelo tejido con fábulas, máscaras, tramas espirituales y memorias que parecen brotar de un ritual ancestral, un carnaval metafísico o una infancia encantada.
Su serie Bichangos —título que evoca con ternura traviesa una fauna fantástica de “bichos”— despliega un bestiario de figuras imposibles, criaturas híbridas, dioses desmembrados y espíritus danzantes. Allí donde otros ven monstruos, Irving ve revelaciones. Cada personaje, por grotesco o juguetón que parezca, carga una fuerza simbólica.
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Irving Rodríguez. "El señor que baila". Óleo sobre madera, 2023 |
Formalmente, su obra combina pintura con materiales añadidos —telas, cartones, plumas de aves, ramitas, objetos encontrados— que dotan a sus piezas de un volumen ritual y un carácter escultórico. La materia no es solo soporte; es lenguaje. La textura vibra, se convierte en carne de ese otro mundo que evoca. La composición es coral: cada escena parece un aquelarre, una comunidad de seres reunidos en torno a un enigma.
Pero lo más poderoso de su obra es la mitología. Irving Rodríguez ha creado un universo propio, poblado por criaturas que hablan un idioma codificado, cargadas de símbolos que se cruzan con lo religioso, lo infantil, lo mágico y lo carnavalesco. La espiritualidad de sus cuadros nos recuerda que lo sagrado puede estar en los fragmentos, en lo roto, en lo aparentemente feo.
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Irving Rodríguez. "Cocón divino". Mixta sobre lienzo, 2023. |
Pintar, para él, es oficiar como un médium entre lo invisible y la materia. Es construir un espacio donde lo marginal, lo mutante, lo monstruoso, no solo existe, sino que tiene voz, danza y presencia. Es un gesto de sanación. Porque en los bichangos no hay solo rareza: hay humanidad profunda, hay reflejo de lo que no nos atrevemos a mirar.
Irving Rodríguez domina el oficio, pero no lo exhibe. Su técnica está al servicio de la obra, no de su ego. Hay contención, madurez y humildad en su manera de pintar: no necesita demostrar nada porque ya lo ha interiorizado. Su técnica está al servicio del delirio, de la visión, del juego. Nos recuerda que el arte sigue siendo —cuando es verdadero— un acto de magia, un puente hacia lo desconocido, un conjuro para existir en más de una dimensión.
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Irving Rodríguez. "Cocón divino" (detalle). Mixta sobre lienzo, 2023. |
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Irving Rodríguez. "La anunciación". Óleo sobre lienzo, 2023. |
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Irving Rodríguez. "A Crazy Day". Óleo sobre lienzo, 2025 |
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Irving Rodríguez. "El cocón divino". Mixta sobre lienzo, 2023. |
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Irving Rodríguez. "El otro mundo". Óleo sobre lienzo y saco, 2022. |
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Irving Rodríguez frente a una de sus obras. |
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